sábado, 21 de enero de 2012

El Beato Monseñor Juan Bautista Scalabrini es una de aquella figuras que asumen contornos cada vez más precisos y sorprendentes, cuando a través del tiempo, de personajes de la crónica se convierten en personajes de la historia. Por su intermedio Dios hizo florecer en la Iglesia y para la Iglesia, como don del espíritu, un nuevo carisma que tiene en el peregrino su espiritualidad y en el servicio al migrante su pastoral específica. Podemos afirmar que los migrantes y los refugiados tienen en el Beato Scalabrini un Padre y un Intercesor para sus derechos y su dignidad ante Dios y los hombres. Al mismo tiempo su testimonio nos invita a una acción caritativa hacia los millones de personas que aún hoy, se encuentran desamparados a causa de los problemas que surgen por la emigración y el desplazamiento forzoso. Los Misioneros Scalabrinianos siguiendo las huellas de su fundador dan gracias a Dios por este don. Y, en la Iglesia que públicamente proclama la actualidad de este carisma, se ponen al servicio del proyecto de reunir a todos los hijos dispersos de Dios alrededor de la misma mesa.

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